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Resolver Problemas

De los pocos recuerdos que tengo de mi padre, uno que siempre se me ha quedado pegado es aquel de verlo en el garage de la casa saltando como maniático del extremo de un cable al otro, mientras rebotaba ideas en la mente de un mocoso de tres años que no tenía la más puta idea de qué estaba hablando. Este mocoso a penas sabía hablar, pero recuerdo muy bien la sensación de estar resolviendo algo. Para mi, en ese entonces lo divertido no era saber qué estábamos resolviendo, sino entender que estábamos resolviendo algo.

Muchos años después, entre historias de mi madre y algunas fotografías de aquel garage/laboratorio, me enteré que este día estábamos ignorando la hora de la comida por avocarnos a que la nueva y flamante impresora de matriz de puntos de mi jefe se comunicara con su, en ese entonces, reluciente PDP-111.

Impresora de matriz de puntos "ATI" "Printaform Columbia" Honeywell Bull MTS 7500

Juguetitos del jefe

Mi padre, un ingeniero electrónico de treinta y tantos años, trabajaba en Digital Equipment Corporation; no tengo manera de preguntarle ya porqué llegamos tarde a comer ese día, pero estoy seguro que resolver este problema no era parte de su chamba: era su vocación, y ahora, la mía.

Mi padre y su certificado

Mi padre y su certificado

Trabajo, profesión y vocación

Mi trabajo trae comida a la mesa. Mi profesión me mantiene al corriente de los sucesos de esta industria y me impulsa a seguir avanzando en esta carrera sin meta. Mi vocación hace que me levante el día de la semana que sea a programar las pendejadas que quiera.

Debo de ser muy imparcial en mi juicio, pero creo que programar, particularmente, requiere de una vocación, porque esto no se trata solamente de dominar herramientas. Yo creo que programar se refiere, en su forma ideal, a resolver problemas. Reconocer a cada paso todo lo que, sin estar roto, se puede arreglar. Sin esta pasión, ¿qué nos motiva a encontrar problemas?

Mi pasión requiere que pueda reconocer, comprender y resolver mis problemas; encontrar un pedazo de satisfacción en esto, hace que mi trabajo —encontrando, comprendiendo y resolviendo los problemas de mis clientes— sea igual de placentero. No me tiro al hedonismo, eso sí, de vez en cuándo hay que lidiar con el SAT, pagar sueldos e ir de traje a juntas; pero estos son sólo nimiedades, porque el resto del día, hago lo que me apasiona.

La escuela

Ahora, el aviso que debió de ir al principio de este post: Yo estudié Comunicación Visual, una manera fancy de referirse al diseño gráfico. No soy un programador de escuela (ni me interesa serlo).

Mi primer programa fue el resultado de la inmensa hueva de buscar un calendario para averiguar qué día de la semana había nacido. Armado de Basic, un 286 y un salón de computo abierto en la primaria, me tomé la mejor parte de una semana jodiendo a mi maestra para que me enseñara qué vergas es Basic y cómo podía hacer que hiciera lo que yo quisiera. De ahí, pa’l real fue simplemente mi curiosidad la que me ha llevado a seguir explorando este mundo, y lo he continuado haciendo porque mi madre me enseñó que nunca debo dejar de hacer preguntas (Gracias, jefa).

En la escuela no me enseñaron nada de esto.

Los problemas

Ahora veo muchos licenciados en ingeniería2 que no saben más que laborar como programadores. Conocen la terminología, escriben código, son expertos en el lenguaje favorito de sus maestros, pero no saben resolver problemas —al menos no los que valen la pena. Siguen specs que dicta el jefe, o, no quiera FSM, marketing: “Quiero una página web 2.0, con una red social y mucho SEO”. Nunca se hacen las preguntas ¿Por qué?, ¿Qué resuelve?, ¿Qué te aqueja?. Sin respuestas a esto, ¿cómo podemos ayudar a nuestros clientes o a nuestras empresas? Lo hacen, me imagino, porque “les pagan por hacerlo”, lo cual es miope, a lo menos.

Nuestros clientes nos pagan, sin articularlo de esta manera, para brindarles herramientas que les ayuden a acercarse a una meta. Tal vez lo dicen como “Quiero un app”, pero tenemos que aprender a ver el sustento de esta idea. “Quiero acercar a mis usuarios a mi contenido”, “Necesitamos exponer nuestro punto de vista”, “Deseamos obtener más ingresos con menos inversión”: Esto es lo que nuestros clientes necesitan, no un app, no una página web. Tal vez, a pesar de su insistencia, debemos explorar otras avenidas para resolver sus problemas.

Coda

Estas ideas las comencé a escribir cuando empezaba a emprender la monumental tarea de aprender a enseñar. Motivado por lo que había estado masticando un buen rato, decidí expandir la audiencia con quien comparto lo que sé a tres grupos de personas: programadores de oficio, chicos de 16-20 años y Dani, que ha pospuesto aprender esto y quiso aprovechar la oportunidad. Armado de las ideas que expuse a Diana y Eder, desarrollé tres programas distintos, pero entrelazados tanto en contenidos como en espíritu.

Ha sido bien pinche difícil para mi mantener la cabeza lo suficientemente estructurada para dar clase, y creo que el que más esta aprendiendo de esta experiencia soy yo. Eso si, no deje pasar la oportunidad de joder a todos mis “alumnos” con mi (ahora) mantra: no vamos a aprender a programar; vamos a aprender a resolver problemas.

  1. Me imagino que este es el modelo que usaba, ya que tanto las certificaciones que encuentro como los manuales que tengo de él hablan de este modelo en particular. Las fotos son de una Printaform Columbia, y una Honeywell Bull 61/60

  2. Término que por supuesto no inventé, y escuché primero del magnífico Jaime Rodas, que describe a un ingenierio sin ingenio, que tiene licencia para trabajar en cualquier campo de la ingeniería.

Todo esto, mientras pensaba en rant

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Imbéciles al Volante

Las tranquilas calles de la Roma Sur dan lugar a mi ritual de todas las las mañanas1: Me levanto, me meto a bañar y enciendo la cafetera. Pasados 20 minutos estoy suficientemente despierto para salir a pasear a Dharma.

Un Roberto a estas horas es especialmente imbécil2, de esos que van por la vida tropezándose y derramando el café sobre sus pantalones. Si bien va, no hay obstáculos en la jungla de concreto que —desde que llegó un franelero a la calle de mi casa— se ha extendido a la banqueta.

Imbéciles estacionados

Me estaciono en la banqueta porque FUCK YOU, THAT'S WHY!

Al que no habla, FSM no lo escucha

Ante esta situación, solicité al amable don Franelero que no si de favor y no fuese mucha molestia retirara los autos de la banqueta; chance nomás no estaba al tanto del Reglamento de tránsito Metropolitano.

A la semana, con la misma situación, solicité a @SSPDF_TRANSITO en repetidas ocasiones que mandara elementos de tránsito a infraccionar o retirar los autos. Como buena cuenta de soshal midia, me dieron el avión en tantas ocasiones como solicité ayuda. Las primeras veces respondían casi inmediatamente para confirmar que había grúas en camino. Posiblemente estas se mantenían ocupadas cazando conductores en la intersección de Insurgentes y Benjamín Franklin, o simplemente se desmaterializaban a la orden de una Sor Juana3.

Ya estuvo suave

Al encontrarme con tiempo “libre”4, decidí combatir este escenario surreal con la misma medicina: una jirafa y la responsabilidad de tocar la armónica un toque de surrealismo.

Así surge la Campaña Nacional para el Reconocimiento de Imbéciles al Volante. Un pendejo procrastinando con herramientas de corte y un internet estúpidamente vasto.

Etiquetas de Imbécil al volante

Los stickers

Empecé diseñando etiquetas, pero no me animé mas que a pegar una. Después de ver el desmadre que es quitarla y el daño que hace al auto del imbécil reconocido, desistí de hacerlo en bond auto-adherible. A falta de motivación para conseguir vinil auto-adherible, dejé esto por las buenas.

Después vino lo divertido: vandalizardecorar temporalmente la vía pública y la banqueta.

La receta

Estacionamiento Exclusivo para imbéciles

Estacionamiento exclusivo para imbéciles
  1. 1 caja de barras de gis,
  2. Una lata de spray-mount (pegamento en aerosol),
  3. Una estopa para trastes,
  4. Láminas de estireno (se consiguen en hiperlúmen), y
  5. Algo que stencilear.

Se muele el gis, en molcajete parece ser lo más rápido, sobre todo con estos gises “sin polvo”, o si no envuelto en algunas bolsas de plástico y un martillo. La idea es dejarlo lo más finito posible.

Se imprime el stencil, y este se recorta cuidadosamente, para ser colocado sobre el estireno. Se trazan los contornos, y se recorta con cutter (o cautín).

Se coloca el stencil lo más plano posible sobre el pavimento o banqueta, y se rocía generosamente el spray mount. Con la estopa se esparce el gis en polvo, cuidando bien que no traspase los bordes. Yo cometí el error de esparcirlo a mano y luego soplarle —acabó hecho un desmadre. Seca en unos 5 minutos, y se borra a la primera lluvia, o con un poco de agua y jabón.

Se puede reemplazar el gis por: Spray de colores para pelo, o —increíblemente— lodo. Ambos se limpian a la primera lluvia o con agua y una escoba común y corriente.

Stencil con spray para pelo

Así se ve con spray para pelo

Así de fácil es sumarse a la Campaña Nacional para el Reconocimiento de Imbéciles al Volante!

Resultados: o la falta de éstos

De este experimento, aprendí dos cosas: El franelero puede estacionar los autos sobre el stencil, o sólo esparcirlo más con el pie de ser hecho en gis, y los conductores se sienten observados al cometer la pendejada de estacionarse en el paso peatonal.

Sin embargo, se siguen estacionando en los lugares que les truja. Por eso, además de seguir decorando la calle, decidí que el mejor curso de acción es marcar al 5242 5100 ext. 8201, pedir una grúa, y sacarle un buen susto al franelero.

A los peatones que tomaban el tiempo de retirar por segundos la vista de su teléfono al andar, chance les salía una sonrisita. Creo que a menos que esto se replique a mayor escala, tanto la falta de visibilidad como la poca permanencia, hacen que el mensaje, como el pigmento que use, se diluya a una divertida distracción de fin de semana.

Creo que puedo arreglar esto, una vez que mi equipo de fantásticos abogados me indique que “decorar” la vía pública con pintura acrílica no es estrictamente ilegal según dicta la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal (Artículo 26). Entonces sí, me dejo de hacer pendejo, y termino de hacer este proyecto como lo que realmente es: una ridícula y divertida expresión de arrrrte urbano.

Disclaimer

A todo esto, deben saber que soy estoy bien pendejo. Increíblemente pendejo.

Que conste, que este ciudadano es de esos imbéciles que perdió su IFE justo antes de la consulta sobre parquímetros.

  1. En promedio, me despierto diario al medio día :/

  2. En un día cualquiera, soy regularmente imbécil.

  3. O, bueno, en cuánto sale una mordida de franelero en estos días?

  4. (sust.) véase “Procrastinar”

Todo esto, mientras pensaba en proyectos

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Representantes Patito

Representantes Patito

Creo que voy a tener que aprender a estructurar mis pensamientos antes de darle a este asunto, pero de mientras, ahí va este pedo.

Las instituciones son los papás

Por más que escuche argumentos en contra, yo todavía creo que las instituciones pueden ser abusadas utilizadas para generar cambios. Si bien hay otros caminos más que válidos, yo sólo creo poder actuar sobre este, y por eso construí http://representantes.pati.to.

Del muy breve análisis que he hecho después de las últimas elecciones, he observado que la democracia se nos acaba a los pocos meses. Ya que se asienta el polvo, nosotros los inertes guardamos nuestro atuendo de participación civil, para no verla hasta en seis años. Esto se debe a la falta de información sobre la que podamos actuar.

Hace algunos meses me puse a investigar quién me representa, y cómo puedo establecer un diálogo. Es un pedo. Es un gran pedo. Para alguien que está acostumbrado a resolver problemas, agarrarle el pedo a este asunto cuesta un huevo y la mitad del otro. Para los valientes, esto es lo que se tiene que hacer:

  1. Ubicar la sección electoral en tu credencial de elector,
  2. Entender que las secciones electorales, solitas, sirven para puro pito,
  3. Echarte un clavado en ife.org.mx para correlacionar tu sección a un distrito electoral,
  4. Enterarte que los distritos electorales vienen en dos versiones: locales y federales,
  5. Buscar tu Instituto Electoral estatal, y cruzar los dedos, esperando que tengan planos de tu sección y estas correspondan a las del IFE,
  6. Determinar, con este desmadre, tu distrito federal y local,
  7. Pelear con las páginas de tu congreso local, la página del senado y la de diputados para que dejen de caerse mientras buscas a tu representante,
  8.  ???,
  9. Profit!

Una vez que automatizas todo este desmadre, y te vuelas de algunos lugares la información correspondiente (y la post-procesas, porque diputados.gob.mx llego tarde a la lección de la separación de contenido y estilo), puedes generar información actuable.

Los huevos de oro

El codiciado galardón al diputado más huevón, con 20 inasistencias (de 38 sesiones registradas) se lo lleva Alberto Anaya Gutierrez (PT-NL).

La plata va para Julio César Moreno Rivera (PRD-DF) con 15 inasistencias; Carlos Humberto Aceves del Olmo (PRI-DF) se queda con el bronze, con 13 inasistencias.

En total, han sido 811 inasistencias en lo que va del año pasado para la LXII Legislatura, lo que representa cerca de 12 millones y medio de pesos tirados a la basura. Este año no pinta mejor, en la última sesión (23/Ene) el quórum inicial fue de 26 legisladores, 5% del total.

Después de escribir esto, me fijé que sólo está en sesión la comisión permanente, por lo que no deberían estar los 500 diputados, sólo 37.

Huevos!

Encuentren a su diputado federal, y escríbanle seguido preguntándoles ¿Qué hiciste hoy con los 5 mil pesos que te pago a diario?

Todo esto, mientras pensaba en proyectos